(Ponencia del II Congreso Internacional : «Descendientes de andalusíes moriscos en el Mediterráneo occidental «, Ojós, (Murcia), 23/26 de Abril de 2015.
INTRODUCCIÓN
La permanencia morisca y la trayectoria y la trayectoria posterior de sus descendientes a una y otra orilla del Mediterráneo es un relato, o mas bien una sucesión de historias, todavía por acabar de contar. La dificultad de su reconstrucción, proviene del propio hecho de que, tanto por parte de los agentes de la expulsión como por buena parte de sus víctimas, hubo una intención manifiesta de borrar las huellas del pasado reciente de sus principales protagonistas, los expulsados.
Así se entiende que el Edicto de Gracia de 1610 se saldara con penas muy leves, acompañadas de re- bautismos ( o bautismos sub conditione ) de aquellos que permanecieron , dando la sensación de que mas bien se trató de poner un punto final a la cuestión morisca, al tanto que se redactaba un estadillo definitivo de los flecos últimos de la expulsión, pero no tanto de abrir un nuevo movimiento represivo por las autoridades reales e inquisitoriales.
También se entienden algunas de las estrategias de adaptación a la nueva situación habilitadas por los variados grupos de moriscos, murcianos, tortosinos, riojanos o de los grupos mas o menos densos de descendientes de los expelidos valencianos mencionados en esta ponencia, que no agotan la cuestión, ya que un tratamiento específico merecen las derivas de los moriscos granadinos y castellanos, en el caso de los primeros, se trata al parecer de un grupo de mayor relevancia de lo que se había creído, tanto por el número como por su cohesión.
Como sea, es incuestionable que los descendientes de los moriscos, expulsados o no, en sus primeras generaciones de descendientes posteriores a 1609/1610, guardaron memoria de lo que fueron su vida, su grupo social y familiar y su identidad, durante los años precedentes y, cómo no, del impacto vital y el terrible choque que supuso en familias e individuos el extrañamiento final.
Esa memoria directa, debió necesariamente de generar unas pautas de conducta que se tradujeron tanto en las modificaciones de la propia identidad, como de la adaptación a las condiciones del lugar en que recalaron finalmente tras el desastre. El seguimiento de esas conductas e interacciones sociales dará lugar a futuros trabajos y no pocas sorpresas, como las que nos han deparado los últimas publicaciones sobre estos temas.